Récord de afluencia para Semana Santa: los datos hablan claro, con un aumento de números impresionantes.
Estamos dentro de la Semana Santa y España se prepara para recibir a muchos turistas como cada año. En particular un estudio del Observatori de Turisme de Barcelona ha presentado algunos datos importantes, para saber cuantas personas se preparan para viajar durante los días de fiesta.

Como relatado por el Periodico de Catalunya, Barcelona se prepara para recibir el mayor número de turistas del año concentrados en los meses de temporada alta, con cifras que se acercan a los niveles prepandémicos de visitantes – en 2024, según el Observatori de Turisme de Barcelona, la ciudad cerró el año con un total de 15,6 millones de turistas, mientras que en 2019 fueron 16,1.
Las consecuencias en la oferta de viviendas turísticas
Hablamos sin duda de una de las ciudades más famosas del mundo, donde cada año llegan turistas de todas partes: Barcelona se prepara para recibir a miles de visitantes, pero ¿a qué precio? La vivienda, un derecho básico, se ha convertido en un lujo inalcanzable para muchos barceloneses.
Según los datos y mirando atrás, en 2005 apenas había 81 pisos turísticos. Hoy, esa cifra se ha disparado hasta superar los 10.000. El Eixample, Sants-Montjuïc y Sant Martí son los barrios que más sufren esta transformación. Sin duda la llegada de plataformas como Airbnb ha sido un factor clave.

Los estudios no dejan lugar a dudas: el aumento de pisos turísticos infla los precios de la vivienda. Por cada 100 anuncios de Airbnb, los alquileres suben un 3,5% y los precios de compra un 8,5%. En el centro, la situación es aún más grave, con incrementos que alcanzan el 17%. Un piso turístico es mucho más rentable que un alquiler tradicional. Pero, ¿qué pasa con los barceloneses que ya no pueden permitirse vivir en su propia ciudad? ¿Qué pasa con esos barrios que pierden su esencia, convertidos en parques temáticos para turistas?
El Govern y el Ayuntamiento están tomando medidas para regular esta situación, pero el camino es largo y complejo. No se trata de demonizar al turismo, sino de encontrar un equilibrio. Queremos compartir nuestra ciudad, pero no a costa de expulsar a nuestros vecinos. Queremos que Barcelona siga siendo un lugar para vivir, no solo para visitar.