El Papa Francisco falleció a los 88 años dejando un último y poderoso mensaje sobre los peligros de la tecnología en nuestras vidas.
El lunes de Pascua falleció a los 88 años el Papa Francisco, primer pontífice latinoamericano y una de las figuras más influyentes del siglo XXI. Líder de una Iglesia con raíces milenarias, supo marcar un cambio de época con su defensa de la justicia social, la ecología y la dignidad humana. Pero fue en sus últimos días cuando dejó uno de sus mensajes más poderosos y reveladores: una advertencia sobre el impacto de la tecnología en nuestras vidas.
Apenas tres semanas antes de su fallecimiento, Francisco compartió un videomensaje que formaba parte de las intenciones mensuales de oración del año 2025, una iniciativa que impulsaba la reflexión global sobre desafíos contemporáneos. Su última intención, la de abril, fue también la más profética.
“¡Cómo me gustaría que nos miráramos más a los ojos y menos a las pantallas!“, expresó el Papa en ese video, en español. “Algo está mal si pasamos más tiempo con el celular que con las personas”.
El mensaje no solo alertaba sobre el uso excesivo del celular o las redes sociales, sino que iba mucho más allá: Francisco advirtió sobre la forma en que la tecnología está transformando – y deshumanizando – la forma en que nos relacionamos. Mencionó la inteligencia artificial, las videollamadas, la hiperconexión y la soledad digital como amenazas reales a los vínculos humanos.
“Es cierto, la tecnología es fruto de la inteligencia que Dios nos ha dado, pero debemos usarla bien”, dijo con firmeza. “No puede beneficiar solo a unos pocos excluyendo a los demás”.
En su mensaje, subrayó que las herramientas digitales deben servir para unirnos, no para aislarnos. Llamó a que sean utilizadas con ética, en favor de los más vulnerables – pobres, enfermos, personas con discapacidades – y para proteger nuestro planeta. Su visión ecológica, presente durante todo su pontificado, también se reflejó en esta última oración.
Tras conocerse su fallecimiento, las redes sociales estallaron con homenajes, reflexiones, y también con ironías. Algunos también señalaron un detalle que no pasó desapercibido: entre las últimas personas en ver al Papa con vida estuvo el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, quien lo visitó el mismo Domingo de Pascua. Lo curioso – y en cierto modo irónico – es que, durante ese encuentro, Vance le dijo personalmente al Papa que lo veía “en excelente estado de salud”, apenas unas horas antes de que se anunciara su fallecimiento.
“La pantalla nos hace olvidar que detrás hay una persona real, que respira, ríe y llora“, insistió el Papa.
Antes de despedirse definitivamente, su súplica fue clara: “Que la tecnología no reemplace el contacto de persona a persona, que lo virtual no suplante lo real, y que las redes sociales no desplacen los espacios de convivencia”.
Y cerró con una oración que ya forma parte de su legado más íntimo: “Oremos para que el uso de las nuevas tecnologías no elimine las relaciones humanas, respete la dignidad de la persona y nos ayude a enfrentar las crisis de nuestro tiempo”.
Su último mensaje no fue solo espiritual. Fue un grito de alerta, dirigido a todos.
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